La densidad de viviendas de uso turístico (VUT) en España se ha reducido ligeramente durante el último año. Según un estudio de la consultora Mabrian, especializada en inteligencia turística, el indicador ha pasado de 6,8 a 6,6 propiedades por kilómetro cuadrado habitado, lo que supone un descenso de 0,2 puntos a nivel nacional.
El análisis refleja una evolución desigual entre provincias. Los retrocesos más notables se registran en Alicante, que baja de 20 a 18,8 viviendas turísticas por kilómetro cuadrado; Santa Cruz de Tenerife, que desciende de 14,38 a 13,57; y Pontevedra, que pasa de 6,14 a 5,32. También se observan caídas en otros destinos de verano como Valencia, Tarragona, Murcia, Cantabria o A Coruña, así como en Castellón, Cádiz, Guipúzcoa, Baleares y Asturias.
Carlos Cendra, socio y director de Marketing y Comunicación de Mabrian, explica que, aunque la caída media nacional es “discreta”, las variaciones provinciales evidencian el efecto de las nuevas regulaciones autonómicas y del Registro Único de Alquileres Turísticos, en vigor desde julio. “La colaboración de plataformas como Airbnb ha sido clave para ordenar la oferta en los últimos meses”, subraya.
El informe apunta que las mayores caídas se concentraron en julio y agosto en territorios como Alicante, Las Palmas, Tenerife, Castellón o Murcia, mientras que en provincias como Cádiz, Valencia o Baleares la bajada ha sido más progresiva.
En el lado opuesto, Málaga, Sevilla y Girona registran incrementos interanuales en la concentración de viviendas turísticas, con subidas de entre 0,1 y 0,5 puntos. Málaga, que ya lideraba el ranking, alcanza 19,31 alquileres por kilómetro cuadrado, seguida por Sevilla (12,49) y Girona (11,40).
Otras provincias muestran ligeros repuntes, como Granada, Vizcaya o Córdoba, mientras que Madrid y Barcelona se mantienen prácticamente estables, con 16,04 y 13,04 viviendas por kilómetro cuadrado, respectivamente.
Para Cendra, los datos confirman que la vivienda turística “condiciona de forma determinante” el mapa de la oferta alojativa en muchos destinos, a diferencia del sector hotelero, que presenta mayor estabilidad. En su opinión, la clave será “utilizar la tecnología y los datos para lograr un equilibrio sostenible entre la actividad económica y la calidad de vida de los residentes”.